«Madre e Hija»

 

Madre e Hija

 

— ¿Te llamas la Argentina?

                                                   — La Argentina

— ¿Cuál es el nombre de tu madre?

— ¡Gloria!

—¿Tu raza fue?

—Mi raza fue divina.

— ¿Quién te lo reveló?

—La Musa Historia.

— ¿Fue tu raza muy noble?

—Una corona

de reyes, un castillo con almenas.

— ¿Y era buena tu madre?

—Sí, lo abona

el que todas las madres son muy buenas...

— De mí, ¿qué piensas?

—Que esa faz altiva,

ese noble ademán, esa apostura

no admiten del amor la negativa.

— ¿Me quieres, pues?

— Te quiero con locura.

Mas, ¿quién eres, señora, que en mi pecho

formas para el amor caliente nido?

¿Quién eres, ¡oh señora!, la que has hecho

que se despierte el corazón dormido?...


 —Yo... yo fui reina del inmenso mundo.

potente soberana por doquiera,

y el fulgurante sol, siempre errabundo

ha alumbrado perenne mi bandera.

 

Yo soy aquella que  a la Europa toda

dictó su voluntad, marcó su sino.

Yo soy la madre de la raza goda

que sujetó la rueda del destino.

 

Yo soy aquella que ensanchó del mundo

el limite rüin, con noble alarde.

¡Yo soy la madre que en mi amor confundo

a Cervantes,  a Lope y  a Velarde!

 

Yo soy aquella que venció del hado

con firmeza y valor la ruda saña.

Soy la mujer sublime que ha marcado

derroteros al mundo... ¡Soy España!

 

—Mil y mil veces escuché tu nombre;

también brilla en mi frente tu aureola;

y aunque soy la Argentina, no te asombre:

tú eres España, y yo... soy española.

 

¡Española! En mis venas, como fuego,

corre esa sangre, del valor emblema.

¡Española! Cual tú, no me doblego.

¿Quién, teniendo tu sangre, habrá que tema?

 

—Una hija tuve yo, que de mi lado

quiso apartarse. Ya tu edad tendría.

¡Hoy estará tan bella! La he soñado

soberana del orbe... ¡Es hija mía!

 

—Se separó ¿por qué?

— Ya lo he sabido.

Por Dios, sólo  a una madre se abandona.

—¿Lo hizo así? ¿Fue por Dios?

— Siempre lo ha sido

la noble libertad y eso la abona.

—A esa historia parécese mi historia.

Amo  a mi madre y tuve que dejarla:

¡Quién  a su madre deja por la gloria

si más la aflige, es para más honrarla!


—¿Lo hiciste?

—El año diez.

—¿Cuando afanosa

busqué la libertad tú la buscabas?

¿Cuando muriendo, triste y dolorosa,

la hallé, Argentina, tú también la hallabas?

 

Mi hija predilecta, en aquel año

logró, también su libertad querida.

—Si no temiera un nuevo desengaño,

prometiera  a tu amor tu hija perdida.

 

—Reclinada en las márgenes de un río,

sobre el césped menudo de la orilla,

la que nació de este seno mío,

como una diosa resplandece y brilla.

 

—Junto  a un río de plata, murmurante,

también habito yo. Mi reino llega

desde la Pampa inmensa hasta el Atlante,

desde el Andes al mar, que ruge ó ruega.

 

En la espesura de los bosques míos

todo es hermoso, pájaros y flores;

cual bruñido cristal lucen mis ríos;

mi cielo es fuente perennal de amores.

 

—La hija mía que adoro y es ingrata,

supo vencer  a usurpador artero.

 —Junto  a la margen del tranquilo Plata,

vencido mordió el polvo del extranjero.

 

— Oh, ¡conozco tu orgullo! ¡Estrecho lazo

 a las dos unirá desde este día!

¡Tu madre soy! ¡Abraza cual te abrazo,

hija del alma!

—¡Amada madre mía!...

 

Y la matrona y la gentil doncella,

en mutuo y dulce amor el alma fija,

santas las dos, las dos  a cual más bella,

preséntanse ante el mundo Madre e Hija.


Poesía de Roberto Payró, publicada en "El Parnaso Argentino", una antología poética de comienzos del siglo XX. 

Hemos actualizado la ortografía (por ejemplo "fué") y hecho algunos ajustes menores. 

Hemos reinterpretado las rayas de diálogo, que en el original, en algunos casos,  no parecían muy coherentes, y les hemos añadido colores a las intervenciones de las protagonistas, de modo que lo que está en rojo es dicho por España y lo que está en azul es dicho por la Argentina, mientras que el título y el comentario final permanecen en negro.

La imagen es una alegoría de la Argentina y España, confeccionada con ocasión del Centenario de Mayo.

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