Publicamos esta interesante nota publicada en el número 32 de la revista Mundo Hispánico en noviembre de 1950, con sus bellas ilustraciones originales. DE CÓMO EL AUTOR SORPRENDE EL DIÁLOGO ENTRE UN HOMBRE VIEJO Y UNO JOVEN Caía la tarde; el amatista de nácar del poniente se desleía en dorado polvillo, que, como gracia divina, se ofrecía al azul del firmamento. Era septiembre. Cabeceaban los sauces, fieles al pretil del río; el agua decía su oración, poniendo en su rezo quejidos de letanía al tropezar con los guijarros. Era verde y oro el pensamiento de la Naturaleza. Había calma, se respiraba paz y el ambiente tenía un color rosa de jacinto. El hombre viejo encendía su barba blanca, cuidada, sobre el negro de su traje. Llevaba sombrero de anchas alas, negro también, y apoyaba su humanidad, recia y viril, sobre bastón de haya, hecho por manos de pastores. El hombre joven, moreno, de inquietos ojos y mirar profundo, se tocaba con camisa clara, que dejaba al descubierto su cuello. ...
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