"La misa del Pilar en el mundo hispánico"

 Columnam ducem habemus 

quae numquam defuit 

per diem nec per noctem coram populo.

(Tenemos por guía a una columna 

que nunca faltó a su pueblo ni de día ni de noche).



Compartimos hoy esta página de Mundo Hispánico número 127 (del mes de octubre de 1958). Los párrafos principales de la nota, quitado lo meramente circunstancial, dicen lo siguiente:

La misa propia de la Virgen del Pilar «Columnam ducem habemus», otorgada por San Pío X hace cincuenta años para la provincia eclesiástica de Zaragoza, acaba de ser ampliada a toda España, a los países iberoamericanos y a Filipinas. La importancia de esta concesión es extraordinaria, ya que viene a corroborar en el importantísimo ámbito de la liturgia la proclamación de Nuestra Señora del Pilar como Patrona de toda la Hispanidad. Ahora ya, como decía Tertuliano en el siglo III al hablar de los progresos de la fe cristiana, el culto a la Virgen del Pilar alcanza «Hispaniarum omnes termini», es decir, todos los límites, en latitud y en profundidad, de las Españas. Este año, pues, se celebrará en toda la extensión de las tierras iberoamericanas la misa de la Virgen del Pilar con el mismo rito e iguales oraciones que junto al Ebro. (…)



Se relata luego el trámite que,  a través del Nuncio Apostólico en España, hizo llegar hasta la Santa Sede la solicitud para la mencionada concesión papal. A continuación se señala:

En Roma, la Sagrada Congregación de Ritos vio, deliberó y decidió, respondiendo con una afirmación rotunda a aquella petición. A ella se habían adherido los cuatro cardenales españoles, con el primado de Toledo la cabeza; la casi totalidad de los arzobispos y obispos—sesenta prelados en concreto—, la gran mayoría de los provinciales españoles, que suponen canónicamente una representación similar a la pastoral de los obispos; el superior general de la Orden de Agustinos Recoletos, el rector de la Universidad Pontificia de Comillas, etc.

De Hispanoamérica, Brasil y Filipinas, fueron ciento cinco prelados, distribuidos en todas las dignidades: cardenales, obispos y vicarios apostólicos, con ciento noventa y tres misioneros, provinciales, vicarios provinciales... Es decir, un verdadero plebiscito cualificado; de peso más que de número, de representaciones más que de individuos.
 
Es de señalar que allí donde la Virgen del Pilar era ya honrada con el culto apetecido, la correspondencia ha sido más numerosa. Así, Colombia, que tiene conseguido el rezo desde 1937 como consecuencia de una súplica de su episcopado, reunido en Concilio, ha mandado el mayor número de solicitudes de prelados: diecisiete. Lo mismo ha ocurrido con el Perú, Filipinas, Brasil y México.
 
Mes y medio después del solemnísimo decreto, S. S. el Papa, en un discurso pronunciado en la beatificación de la sierva de Dios Teresa de Jesús, evocaba la devoción mariana de la fundadora de las Hermanas de los Ancianos Desamparados con estas palabras, que venían a ser como un refrendo de la concesión oficial: «Nacida al sonar el Angelus en aquella feliz jornada de los comienzos de 1843, y habiéndose distinguido siempre durante su edificante juventud por un afecto tierno y filial hacia la Reina de los Cielos, muchas horas solemnes de su existencia coinciden providencialmente con una fiesta mariana: la llegada al Pueyo de Barbastro en la víspera del Pilar de 1872; la apertura de la casa madre a la sombra misma del santuario desde el que la "Mare de Deu" polariza los corazones de toda la huerta valenciana; la fundación en Zaragoza el mismo día consagrado al culto de la Reina de la Hispanidad».

El papa Pío XII se estaba refiriendo a Teresa de Jesús Jornet, nacida en Lérida el  9 de enero de 1843, que en 1873 fundó la congregación religiosa de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados en Barbastro, por él beatificada -como se dijo -en 1958 y canonizada por Pablo VI en 1974. 

Acompañamos esta entrada con los textos propios de la misa de la Virgen del Pilar, «Columnam ducem habemus» (están pensados para la Forma Extraordinaria del Rito Romano, pero fácilmente se pueden adaptar a la Forma Ordinaria).




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