Poesía española (4 de 4)
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Sire de ojos azules, gracias: por los laureles
de cien bravos vestidos de honor; por los claveles
de la tierra andaluza y la Alhambra del moro;
por la sangre solar de una raza de oro;
por la arrnadura antigua y el yelmo de la gesta;
por las lanzas que fueron una vasta floresta
de gloria y que pasaron Pirineos y Andes;
por Lepanto y Otumba; por el Perú, por Flandes;
por Isabel que cree, por Cristóbal que sueña
y Velázquez que pinta y Cortés que domeña;
por el país sagrado en que Herakles afianza
sus macizas columnas de fuerza y esperanza,
mientras Pan trae el ritmo con la egregia siringa
que no hay trueno que apague ni tempestad que extinga;
por el león simbólico y la Cruz, gracias, sire.
Batalla de Lepanto, por Juan de Toledo y Mateo Gilarte (c. 1663 - 1665) ¡Mientras el mundo aliente, mientras la esfera gire,
mientras la onda cordial alimente un ensueño,
mientras haya una viva pasión, un noble empeño,
un buscado imposible, una imposible hazaña,
una América oculta que hallar, vivirá España!
(Rubén Darío: "Al rey Óscar". Fragmento)
El 29 de marzo de 1899 Óscar II, rey de Suecia y Noruega, viajó en tren desde Francia (Saint-Jean-de-Luz) a España (San Sebastián y Fuenterrabía). Al entrar en tierra española se inclinó hacia fuera y gritó “!Viva España!” a los numerosos españoles que estaban viendo la llegada del tren real que en sí mismo era todo un espectáculo.
Dos meses más tarde, el poeta Rubén Darío leyó en el diario francés Le Figaro lo que había hecho este monarca nórdico, y se emocionó tanto que la inspiración le hizo escribir un poema titulado “Al rey Óscar”, un fragmento del cual acabamos de leer.
El epígrafe que antecede al poema es claro respecto de la inspiración de Darío y ayuda a su interpretación:
***
La de hoy no es "poesía española" en sentido estricto (Darío era nicaragüense) pero es innegable que esta exaltación de la hispanidad es un digno cierre de esta serie de los cuatro lunes de febrero dedicada a poesía.
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