"Cuatro décimas a la Pasión de Cristo"
Cuatro décimas a la Pasión de Cristo
por Gerardo Diego
Fluye sangre de tus sienes
hasta cegarte los ojos.
Cubierto de hilillos rojos
el morado rostro tienes.
Y al contemplar cómo vienes
una mujer se atraviesa,
te enjuga el rostro y te besa.
La llamaban la Verónica.
Y exacta tu faz agónica
en el lienzo queda impresa.
Ya no es posible que siga
Jesús el arduo sendero.
Le rinde el plúmbeo madero,
le acongoja la fatiga.
Mas la muchedumbre obliga
a que prosiga el cortejo.
Dure hasta el fin el festejo.
Y la muerte se detiene
ante Simón de Cirene,
que acude tardo y perplejo.
Ya caíste una, dos veces.
La rota túnica pisas
y aun entre mofas y risas
tendido a mis pies te ofreces.
Yo no sé a quién me pareces,
a quién me aludes así.
No sé qué haces junto a mi,
derribado con tu leño.
Yo no sé si ha sido un sueño
o si es verdad que te vi.
Ya desnudan al que viste
a las rosas y a los lirios.
Martirio entre los martirios
y entre las tristezas, triste.
Qué sonrojo te reviste,
cómo tu rostro demudas
ante aquellas manos crudas
que le arrancan los vestidos
de sangre y sudor teñidos
sobre tus carnes desnudas.
Publicado en Mundo Hispánico número 132 (marzo de 1959) .
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