Eduardo Carranza, poeta colombiano
«Ningún otro poeta colombiano de esta época ha influido sobre una generación literaria con la intensidad y extensión de Eduardo Carranza. En el año de 1936 apareció su primer libro, y tras de él, y tras de sus sonetos posteriores, se inició una corriente de imitación vocabular y temática de su poesía, debilitada, desde luego, por el origen de todas las cosas subsidiarias. Trajo Carranza un mundo frágil, de dichosas imágenes, discurrido en torno por la delgada melancolía que nos deja, ya callado, el paso del amor, y en donde las rosas, las enredaderas y los jazmines ornaban bellamente el floral movimiento de las muchachas. Fue expresado este mundo en un idioma cristalino, abrillantado de felices metáforas, en una manera que se llamó luego “carranziana”, cuyo secreto era de él. Se había nutrido este reino, como el de cualquier poeta, de perdurables esencias anteriores. Se extendía sobre los territorios estéticos conquistados. Se enlazaba a las voces purísimas del idioma: al discurrir de Garcilaso, sin comparación; a los orientes melódicos de Darío; a la fresca rosa, final de una flauta melancólica, de Juan Ramon Jiménez. Eduardo Carranza traía su mundo, su particular manera de decirlo, y esto, más que otra cosa, preserva lo cardinal de un poeta. En la generación colombiana a que pertenece, nadie lo ha igualado, hasta ahora, en riquezas propias, en calidades sin mancha. Y no ha producido Colombia, en estos años, otro poeta que tenga tan caudaloso y puro el don del canto, de la capacidad metafórica, del espontaneo dominio técnico.
De la breve obra de Carranza irradian, pues, influencias que no es posible desconocer. Pero sobre estas cualidades dinámicas reposa ella misma en su valor intrínseco, en su luminosa y límpida orbita. “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”, cantó Antonio Machado, brevemente, a tiempo de abrir una ventana sobre la mañana de Andalucía. “La primavera ha venido, nadie sabe cómo ha sido”, pensamos también cuando leemos a Carranza. No comprendemos de dónde viene, en dónde va creciendo este aire, esta atmósfera de sonrisa, de azul, de suspiro ya. Exactamente como la primavera».
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